En la mayoría de repasos literarios, de listas con escritores, de recorridos por la escritura de países, culturas, estilos o generaciones, el número de mujeres que aparecen siempre es muy pobre. Tanto es así, que acostumbro a leer los artículos que recogen este tipo de inventarios en diagonal, siguiendo la línea de nombres escritos en negrita para comprobar si se ha colado alguna mujer: no, aquí tampoco. Leo a Ramón Lobo con el mismo prejuicio: Canetti, Hemingway, Vargas Llosa, Rey Rosa, Darío, Cela. No, aquí tampoco.