Mujer sin hijo

Captura de pantalla 2013-11-26 a la(s) 22.56.27Uno no puede traer hijos a un mundo como este.
VIRGINIA WOOLF

Primera mujer sin hijo

¿No es mejor abortar que ser estéril?
SAMUEL BECKETT

Rita Albero iba a llegar a casa una hora antes de lo previsto porque en la oficina estaban asustados y los oficinistas, cuando están asustados, mandan a sus empleados a casa aunque no hayan finalizado su jornada laboral. Rita es oficinista, pero no una mujer asustada.
El marido, Samuel, estaba intentando cerrar su maleta en la habitación de matrimonio pero tenía serias dificultades. Se había empeñado en meter el cuadro que le pintó y regaló su abuela cuando era un niño y estaba haciendo malabarismos para que todo lo que quería llevarse, entrara. Su abuela era el único ser de la familia del que se sentía orgulloso, y todo porque era una artista: lo mismo te pintaba un cuadro que te cantaba una canción al piano. Por eso, y porque siempre se apegaba a los objetos por puro sentimentalismo, era tan importante para él llevarse consigo el cuadro, al que maldecía con los nervios. Pero no contaba con que Rita, su joven esposa, llegara antes de tiempo a casa. Exactamente una hora antes.
El marido de Rita Albero: Dios. A veces lo decía mirando al cielo —el techo.
La oficinista sin miedo saludó amargamente porque todavía notaba tibia la discusión de la noche anterior y además debía enfrentarse a ella una hora antes de lo previsto. Rita comprobó en el silencio que para su marido también seguía reciente el desencuentro que tuvieron antes de acostarse, el que se repetía cada noche.
—Lo siento, Samuel, no puedo darte un hijo.
—Siempre dices dar un hijo. Sabes cómo detesto que hables de ese modo. No me lo das a mí, lo tenemos.
Rita hablaba de dar un hijo porque si se quedaba embarazada, no tenía la menor duda de que daría a su hijo, como una ofrenda a los dioses, pero sin dioses y sin ofrenda, solo un hijo, fastidiosamente. En primer lugar se lo daría a su marido. Después a sus padres, a su suegra. Al mundo, a la vida. No sería suyo porque no lo sentía.

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