Es un decir

es-un-decirYo quiero que se muera papá
todos los días para no ir al colegio.

MIGUEL DELIBES

Da hasta miedo seguir
si con tan pocos años pesa tanto la vida.
IDEA VILARIÑO

El día que cumplí once años mataron a mi padre. Recuerdo que era viernes porque de haber sido otro día, a la mañana siguiente no habría ido al colegio y nadie habría rechistado. Lo sé porque a una niña de mi clase, a la que se le murió la madre, le perdonaron la falta. Pero mi padre murió un viernes, y como al día siguiente era sábado y no íbamos a la escuela, ni esa suerte tuve.
Estábamos celebrándolo en casa mi madre, la abuela y yo. Las tres, como siempre. Y a mí me pareció, al soplar las once velas, oír de fondo un disparo. Se lo dije a mi madre al oído cuando nos dieron la noticia de que lo habían asesinado, y la palabra asesinado se me metió en la cabeza igual que esas moscas tontas que entran en tu casa y ya no saben cómo salir.
—Que yo ya lo sabía, mamá, que lo oí…, no sabía que era él, pero lo oí y…
Y mi madre me dio una bofetada y me dijo que callara de una vez, de una vez (lo repitió), como si en alguna época de mi corta y flaca, pero sobre todo flaca, vida hubiera sido una niña charlatana y pesada; dijo que con esas cosas no se jugaba y que acababa de cumplir once años, empezaba a ser una señorita.

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