Suena el despertador, que es un gato en miniatura que maúlla y se estira en la mesilla de noche, y el libro no alcanza a reconocer de dónde viene ese sonido. Estaba soñando con una carrera de caballos gigantes que tienen melena de mujer pelirroja y, en ese momento, entraba un gato por la puerta trasera que era como la de su casa pero a un tiempo estaba en el velódromo y era imposible que la puerta estuviera ahí, lejos de su casa. El ruido del despertador coincidía con la boca del gato misterioso y no conseguía despertar del todo. De pronto comprende que es lunes y tiene que ir al trabajo y que el gato es de un sueño y en realidad es el despertador y es entonces cuando abre sus tapas duras desperezándose y las páginas empiezan a pasar de delante a atrás levantando un pequeño remolino de viento que hace que el punto de libro, que es una tira roja que lleva incorporada al lomo, se le levante y despeine. Pone los pies en la alfombra, que es el cuello de una jirafa, y mueve las piernas y los brazos al mismo tiempo, imitando esos ejercicios de gimnasia que dan en la televisión por cable. El vecino de arriba le ha dicho, porque lo ha leído en el periódico que reparten gratuitamente antes de coger el autobús, que media hora de actividad al día alarga la vida cinco años. Cinco años como poco, no hay máximo. Así que, después de mover el cuerpo un poco, añade en la pared, en el rincón donde está la tabla de ejercicio, una raya de los días que le lleva ganados a la eternidad: le arranca una pluma al pájaro sin jaula, moja la punta en salsa de tomate y pone los minutos que ha hecho esa mañana que son nada más y nada menos que cuatro con trece segundos.
A pie de cuento: esto viene a ser algo así como una novela infantil en construcción. El título es de un poema de Gloria Fuertes, os lo dejo aquí:
Los pájaros no tienen dientes,
Con el pico se apañan.
Los pájaros pescan peces
Sin red ni caña.
Los pájaros, como los ángeles,
Tienen alas.
Los pájaros son artistas
Cuando cantan.
Los pájaros colorean el aire
Por la mañana.
Por la noche
Son músicos dormidos
En las ramas.
Da pena ver a un pájaro en la jaula.
Hija, Fusa, tanto en prosa como en verso tienes un angel que es demasiao.
Isabel: muchísimas gracias. La verdad es que en prosa me siento… menos desprotegida, aunque no segura del todo. Lo de la poesía es más un arrebato de última hora… soy más cuentera. No sé si el público infantil se me va a dar bien, no sé dónde está la frontera entre un cuento para adulto y otro para niño, pero creo que me lo voy a pasar bien intentando descubrirlo.
Un abrazo.
Fusa en el país de las maravillas!
gracias por esta delicia,linda!
y por el poema de Gloria Fuertes, a quien no conocía.
Espero por más!
mil besos*
Es precioso, Fusa, de veras que leerte es también una forma de alargar sin límite el tiempo y la vida, créeme.
Muchísimos besos y feliz semana.
Rayuela: Gloria Fuertes tiene poemas para niños y también para adultos, aunque yo, como digo, no sepa a veces donde va cada uno. Espero que te guste el descubrimiento.
Habrá más, muchas gracias, Silvia.
Un abrazo.
Wara: muchísimas gracias, querida. Ésta sí es una aventura de verdad, de esas en las que uno arriesga y no sabe qué pero sabe que está arriesgando. Me sumerjo en otros mundos sin conocer mucho… no tengo claro todavía que estos cuentos sean infantiles.
Un abrazo.