Azul de verdad

Dos niñas, Amedeo Modigliani

III

Ana María y su familia viven a caballo entre Barcelona y Madrid. Por más que le expliquen el porqué de ese asunto ella no lo entiende. Y, después de tanto tiempo, ha dejado de interesarle y de producirle curiosidad o fastidio. A veces su mejor amiga es Carmen y a veces su mejor amiga es Teresa. Depende de donde esté. Eso es lo más que le preocupa. Y siempre, siempre, van con ella los duendes y las brujas. Los veraneos y las navidades y también cuando cae muy enferma, en cambio, tienen siempre el mismo destino: se marcha a un pueblo riojano donde tiene familia. Allí su mejor amiga también se llama Carmen, pero no es la de Madrid, es otra. En cuanto llega, sea cuanto sea el tiempo que haga que no se ve con todos esos niños, siempre le dicen lo mismo: ¿pero cómo es el mar? Que no se lo imaginan. Y Ana María sólo logra entenderles en las temporadas que pasa en Madrid, que, de tan lejos como está, se le olvida un poco y se marea cuando piensa en lo grande y profundo que es. Les dice: pues cómo va a ser, el mar es azul. Y eso los niños ya lo saben, lo saben tanto, son otras cosas las que necesitan saber del mar. Y qué más, y qué más. Entonces Ana María, ansiosa como está de contar cuentos y de tener alguien que se los escuche, pone la misma voz que cuando está castigada en el cuarto de los armarios, cuando se mira en el espejo y se pone a hablar con los duendes y las brujas o sola, y empieza a relatarles: pues el mar es azul, pero eso ya os lo he dicho y me decís que ya lo sabéis, lo que yo lo digo siempre al principio porque es azul, azul, azul de verdad, aunque a veces tira a verde, y es grande, no se sabe dónde acaba, como el cielo pero más cerca, más que se puede tocar, y también es como el agua que pones en el vaso para beber, que a la vez es azul el mar y a la vez es transparente, que no invisible porque lo tienes entre las manos y tú lo sientes, y hay olas que son como tormentas ahí, como si soplas en un vaso de agua y entonces se mueve así con brusquedad. Y los niños la miran y piensan que Ana María es tan sabia y tiene tantas cosas que contar. Pero Ana María, mirando los ojos de esos niños, jugando a los juegos que inventan, sabiendo cómo es el mar y cómo es la ciudad pero aborreciéndolo, piensa que, la vida y el mar y cualquier cosa que puedan preguntar, son ellos. Sólo que le da vergüenza decir una frase tan solemne como podría ser: la vida eres tú y el mar también. Así que se lo calla y sigue relatando cosas del mar y de los paraguas que fabrica su padre. Porque su padre, lo sabe y lo admira todo el pueblo, cuando llueve, no se moja. Y ella, si no quiere, tampoco.

13 thoughts on “Azul de verdad

  1. ¿Qué entrevista? Ya me pasarás el link, ¿verdad? Me encanta, sé que es A.Mª Matute, pero podría ser yo…con muchas salvedades, lo de los duendes y brujas no hace falta que te cuente que también son mis amigos, ¿verdad?

  2. Fusa, me he acordado de un fragmentito de “Oceánoa mar” de Baricco. Aunque ya lo conoces, te lo dejo:

    -¿Decir el mar?
    -Sí.
    -¿Y tú has estado todo este tiempo diciendo eln mar?
    -Sí.
    -Pero ¿a quién?
    -No importa a quién. Lo importante es intentar decirlo. Alguien lo escuchará.

    (Me están enantando esta serie de tuencos-homenaje a Ana María Matute)

    Un dulce beso.

  3. Qué belleza Fusa!
    Tu relato fluye suave y sonriente.
    La historia del mar me recordó un cuento de Galeano,un cuento muy breve, en el que un niño ve el mar por primera vez.

    Y acabo de ver el video en el link que dejaste.Debo decir que me costó acostumbrar el oído al catalán (es catalán,cierto?), hasta que logré incorporar el idioma y aprehender la entrevista.
    No conocía a esta escritora, veré si por estos lados consigo algún libro suyo.

    Mil besos!

  4. No he estado durante unos días, y hoy al venir a leerte, pues me he llevado una triple alegría con esta Ana María en tres etapas que sin quererlo he hecho una.

    Y bueno, que te miro sabiendo que tienes tantas cosas o más que tu Ana María para contarnos y apenas te interrumpo.

    Muchísimos besos, Fusa, feliz semana.

  5. Y si… hay niños que ya son sabios, desde niños… y saben contar y saben sentir, y saben diferenciar… lo que tiene creo yo, es que por tanto saber y sentir, a veces sufren mucho…
    Besos

  6. Debo tomarme la lectura de este blog con calma. Pero en cualquier caso lo haré y comentaré como es debido. Es que lo acabo de conocer :)

  7. Galiciamaravillas: desde luego que sí, que los cuentos son de y por Ana María Matute, y además están pensados al ver la entrevista. Es el complemento perfecto para entenderlo todo mejor.
    Un beso.

    Sara: y a veces sin estar agazapada, está ahí, donde todos puedan verla. Ana María dice, con sus ochentaypico de años, que es un niño de once. No una niña, un niño.
    Un abrazo.

    Malvada Bruja del Norte: sí es verdad que podrías ser tú. A ti de pequeña te imagino así, matutizada. Además ella dice de sí misma que es una bruja mala. No te cuento más.
    Un besazo.

    (*: madre mía, m-a-d-r-e-m-í-a, qué gran libro, cómo me lo comí. Y el mar ahí, de fondo, como en calma, pero tan agitado. Porque las palabras de Baricco en ese libro entran así, con suavidad, pero una vez adentro, cómo se mueven,
    Un beso.

    Rayuela: sí, sí, es catalán. Lo bueno es que lo mejor de la entrevista es la escritora, su pose, sus manos, sus palabras, cómo habla, su pelo blanco, blanco, blanco. Y ella habla en castellano. En realidad las preguntas son lo de menos. Espero que sí, que encuentres algo, y te guste. Te sumergirás de lleno en la ingancia. A ver si la reseño.
    Un beso.

    Wara: ¡te estaba extrañando! Claro que haces bien uniendo esa Ana María, porque son una sola y son miles de millones de niñas y personas. Es como una muñeca rusa, dentro siempre encontrarás otra versión de ella misma, más pequeña pero no menos importante.
    Bienvenida de nuevo. Feliz semana también.
    Un beso.

    Miriam: pero puede haber niños que nazcan ya sabios, pero que no dejen de ser niños nunca. Los hay que nacen niños para siempre. O que nacen viejos para siempre. En este caso, creo que es lo primero. Ochenta años más tarde, esa Ana María sigue igual.
    Un abrazo, linda.

    Bufu: pues pasa, pasa, y quédate, toma asiento, y también el tiempo que quieras. Estaré encantada de dar cobijo a otro par de ojos. Encantada de verdad.
    Un saludo.

    Malvada Bruja del Norte: Espero que la ves porque seguro que te va a gustar, estoy segura. Es un poco larga, así que busca un buen momento, descansa, y disfruta.
    Un abrazo.

    Giovanni: porque también las historias y las palabras corren por dentro de mí como agua, y mi cuerpo debe ser algo así como una playa plana (holandesa), ansiosa por filtrar cuentos en sus granitos de arena.
    Un abrazo, G. Muchas gracias.

  8. ¿Y que es la palabra, F.? Pues eso, tú.
    Una delicia leerte así tan de corrido, tan en medio de tantísimas cosas, tan fuera de todas partes, tan lejos y tan tan cerca a la vez.
    (estoy deseando saber qué pasa con esos paraguas, me va a venir bien no mojarme, que estoy ya demasiado calada)
    Te beso, F.

  9. Gloria: ¿sabes qué? que no sabía yo nada de esos paraguas que dices. Resulta que Ana María había contado eso de Barcelona y Madrid y también lo del pueblo riojano, Margasilla de no sé qué, un nombre parecido, y me fui a ver el nombre exacto, busqué en la biografía y supe que era en La Rioja, y además me encontré con eso, con que su padre era el dueño de una fábrica de paraguas. ¡Estupendo! Y me vine y escribí esto. Me gustó el dato muchísimo.
    (Aquí tienes un techo para que te cubras, lo sabes.)
    Un abrazo.

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