Decir «buenos días»

Leonard Beard

Después de leer su obra y de conocer cómo fue la vida de Maya Angelou con el maravilloso documental Maya Angelou. And still I rise, te das cuenta del error: no, la historia de los negros no es de los negros; es, en realidad, una historia de blancos. Del mismo modo que la historia del feminismo es en realidad una historia de machismo, o que la historia de la esclavitud es en realidad la historia de los hombres libres, o la historia del exterminio es en realidad la historia del nazismo. Porque para que los negros, los esclavos, los judíos y las mujeres –sin querer compararlos– hayan sufrido durante centenares de años la opresión, la injusticia, la indiferencia y el terror… para que ellos tuvieran su condición de víctimas, se han necesitado verdugos. Cuando Maya Angelou hablaba de la historia de los suyos, los blancos contemporáneos deberían haber comprendido que la historia de la que hablaba era en realidad la suya, les pertenecía: si los negros tienen una historia detrás que va más allá de su cultura es porque siempre hubo un blanco dispuesto a marginarlos, limitarlos, atormentarlos o asesinarlos. No hay duda.

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