Hay cosas que quiero contarles a ustedes y son cosas, la mayoría de ellas, que no debería contarles. Cuando una mujer como Rita Albero, es decir una mujer como yo, cuida de la hija de otra mujer, es decir una mujer como Madre, debe ir siempre con mucho cuidado —no se lo tomen a broma. Cualquier cosa que haga podría estar mal, de una maldad particular pero a un tiempo universal. También una madre puede equivocarse, pero es una equivocación íntima, personal. A estas alturas, quizá ustedes ya lo saben, yo debería estar callada, permanecer en silencio, no ofender con el amor desbordante, con este caos. También podría ocurrir que la equivocación no sea tal, pero deba, de todos modos, rectificar.