David Foster Wallace dijo que el 50 por ciento de lo que hago es malo, y así es como va a ser, y si no puedo aceptarlo, entonces es que no estoy hecho para esto. El truco está en saber qué es malo y no permitir que los demás lo vean. ¿Es ésa la única manera de tener una obra literaria, en conjunto, impecable? ¿El descarte? Clarice Lispector profundiza acerca de la escritura en su libro “Un soplo de vida”. Los dos personajes, que dialogan o se encuentran o se desencuentran, Ángela Pralini y su autor (puesto que Ángela Pralini sería una invención del autor, su propio personaje), nos ofrecen preguntas y respuestas. Gracias a esos encontronazos entre Ángela y Autor, Clarice Lispector nos va orientando en el oscuro y extraño aprendizaje de la buena escritura. De la misma manera que Wallace necesitaba renunciar a la mitad de su producción para dejar solamente al público lo que de verdad valía la pena, Clarice Lispector, en voz del Autor de Ángela Pralini, dice:
¿Escribo o no escribo? Saber desistir. Retirarse o no retirarse: ésa es muchas veces la cuestión para un jugador. A nadie le enseñan el arte de retirarse. Y no hay nada de raro en la situación angustiosa en que debo decidir si tiene algún sentido seguir jugando. ¿Seré capaz de retirarme dignamente?
Esto me lleva a pensar en los motivos por los que Philip Roth decide no publicar más. El titular siempre es que Philip Roth se retira de la literatura, cuando supongo que quieren decir que se retira de la literatura pública. Decide que a partir de ahora todo lo que pueda escribir va a pertenecer al cincuenta por ciento que David Foster Wallace decide dejar en un cajón. Philip Roth, como Lispector a través de su personaje, se pregunta ¿escribo o no escribo? y decide que no, o que al menos ya no nos va a ofrecer el resultado, en ese arte del retirarse de los jugadores y escritores.
¿Qué pasa con ese tanto por ciento que los escritores deciden no mostrarnos (y que es más que probable que cuando mueran sus herederos vendan a alguna editorial como material inédito)? Me da tanta vergüenza escribir, dice Clarice Lispector. Parece increíble que una autora como la brasileña pueda avergonzarse de nada que pueda escribir, pero no es la primera vez que leo tal afirmación. Enric González le pregunta a Juan Marsé cuándo un manuscrito está listo, cuándo deja de pedirle más a su propia creación y de alguna manera se rinde ante el resultado final. Vuelve a salir la vergüenza: Cuando veo que, por mucho que me esfuerce, no mejoraré el texto y no hay posibilidad de que el capítulo o la página en cuestión salgan mejor. Y, además, que sepa que es algo de lo que no me avergonzaré. Es entonces cuando lo entrego al editor o al agente literario. ¿Clarice Lispector y Juan Marsé avergonzándose de lo que escriben, David Foster Wallace renunciando a, por lo menos, la mitad de su producción?
Para escribir ese movimiento puro que tanto se autoreclama Clarice Lispector en “Un soplo de vida”, para Ángela Pralini, ¿qué se necesita? Parece, en primera instancia, eliminar lo superfluo. En el caso de Lispector, que escribe desde y hacia el interior, parece todavía más importante deshacerse de todo lo que no sea imprescindible, electrizante. ¿Cómo? En el libro se van dando coordenadas de los motivos que animan a Lispector a escribir, y sus motivos nos demuestran que a priori, en la antesala de la escritura, ya está ese cincuenta por ciento eliminado. Está dispuesta a no retirarse, a seguir jugando, avanza sin vergüenza, en el arte de seguir avanzando. Así, Clarice Lispector escribe (cito): para aprender, como si fuese a salvarle la vida a alguien, con miedo de la celada de las palabras, instalada en el vacío, para nada y para nadie, buscando la veracidad íntima de la vida, para librarse de la difícil carga de ser una persona, a media noche porque es oscura, entre estertores y desgarrada como en un adiós de despedida, con la antipalabra. ¿Cómo se escribe de ese modo y además sin avergonzarse, sin renuncia, sin desistir, sin retirarse? En este fragmento, si cambio Ángela Pralini por Literatura, encuentro ese movimiento puro, y quizá la respuesta:
Ángela Pralini es fiesta de nacimiento. No sé qué esperar de ella: ¿tendré solamente que transcribirla? Debo tener paciencia para no perderme dentro de mí: vivo perdiéndome de vista. […] Ángela, yo también construí mi hogar en nido extraño y también obedezco a la persistencia de la vida. Mi vida me quiere escritor y entonces escribo. No es una elección: es una íntima orden de batalla.
Muy buen post, Tongoy!
Tu tienes el talento, pero la que está buena es la de la foto. Todo no se puede tener..
Joder con Tongoy: le da para la Patrulla, para Diario Kafka, para La Medicina y hasta para estos Fragmentos. ¡Qué tío!
Qué sois? Una factoría..?
Sois humanos…?
Si os pinchan, acaso sangrais?
si os hacen cosquillas, os reís?
:)
Ya, yo también empiezo a tener un poco de miedo. Descubrir que soy Tongoy está siendo duro.
Ya, te molaba más tu cuerpo de antes.
Normal.
Muy dura la vida en el futuro anterior.
Lo peor es que no sé cómo es mi cuerpo de ahora. Habrá que pedirle una foto a Tongoy.
Para tu cuerpo actual, te recomiendo un espejo.
Mi cuerpo actual lo que necesita es ejercicio no un espejo.
Fdo. La Fusa de Tongoy
Oye, pues a ver si haces algo con él, Carlos, que ahora lo compartimos.
Lo del cuerpo tiene fácil arreglo, creo que voy a ir a la próxima presentación de Confusa Díaz.
Yo también. (¡Qué remedio!)
Nos vamos a convertir (aparte de Tongoy) en un personaje vilamatiano, como el ventrílocuo y sus memorias (me parece que era en “Una casa para siempre”), que ya no se sabe qué es qué ni quién ni nada (a lo mejor me estoy equivocando de libro, me falla la memoria).
Sí, es esa novela.
bueno, yo abrazaré a la de la foto, si gusta, fraternal.carnalmente. Cuando hable, espero que tenga voz ronca y acento catalán galaico. Se lleva mucho la fusión de cuerpos y voces. Por eso, no puedo firmar este comentario. Tengo cuerpo de anónimo y alma de marinero.
La presentación empezará como un show de Pepe Rubianes: soy galaico-catalana; galaica porque nací en Galicia, aunque casi nunca he vivido allí, y catalana porque siempre he vivido en Cataluña, aunque nunca nací aquí.
Ahora ya con cuerpo de logado, te aplaudo. Eso sí, tu has tenido que echar más horas al teclado que el escriba de Nefertiti. Tu caso de desdoblamiento de regionalidad me interesa. Ahora entiendo tu gran interés por Dostoievski.
Jo, como os lo pasáis.
(me ha gustado mucho el post, Jenn)
Jaja… Había olvidado al anónimo guasón.
Muchas gracias, Javier.