Joaquín Sorolla
Cuando se acerca a ella, se ve que está lleno de la alegría de haber vuelto a encontrarla, y en la desesperanza de tener que perderla de nuevo. Tiene el color blanco de los amantes. El pelo negro. Llora.
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Él está sólo y bello y agotado de estar solo, tan solo y bello como cualquiera en el momento de morir. Llora.
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Para ella es tan desconocido como si tuviera que nacer.
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Fue en la carretera nacional, al levantarse el día, tras cerrar el segundo café, cuando le dijo que buscaba a una joven para que duermiera con él durante algún tiempo, que tenía miedo a la locura. Que quería pagar a esa mujer, ésa era su idea, que había que pagar a las mujeres para que impidieran que los hombres murieran, se volvieran locos. Había llorando aún, agotado de cansancio como estaba. El verano le daba miedo.
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Es extraño, es como si hubiera llegado a algún sitio. Como si hubiera esperado esto desde siempre.
MARGUERITE DURAS
Me ha gustado muchísimo,tiene mucho sentido en la reflexión :) ¡saludos!
No sé si esta belleza es de El dolor, un libro impresionante. Me alegra haberte encontrado otra vez, hacía tanto…
Un abrazo grande.