te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
ANTONIO GAMONEDA
De existir el corazón o la justicia, o ambos, deberían ser éstos que ahora sé. O este cuerpo que no conozco todavía pero no me resulta ajeno. O esta manera de retrasarse todo como si no pudiera, no supiera, se negara a ser finito. O los que esperan y han perdido de pronto la noción del tiempo. O este agitarse por dentro y permanecer siempre en otro lugar que el habitado, ausencia. O esta manía de pasar por la memoria de algunas calles que no quedan cerca del itinerario de vuelta a casa. O la verdad del beso, el que sea. De existir el corazón, sólo se me ocurre que sea éste, ése tuyo que tienes en el pecho y te finge a veces y otras te engaña y otras no hay manera de callarlo y otras no hay manera de escucharlo. O un descubrimiento en mitad de la mañana. O decir siempre que no a las mismas personas. O los secretos que devuelven algo que se parece a un equilibrio de última hora, inesperadísimo. O una niña que mira recelosa y comprende finalmente que nadie va a hacerle daño. O ciertas luces del día que apenas calientan pero abren un sendero de claridad. De existir la justicia, tiene que ser ésta de ahora, nueva, intacta. O la risa repentina, inagotable como una fuente inagotable. O cómo mientes para que yo sonría y sonrío. O que la eme sea una letra nueva en el alfabeto de las intenciones. O una fiesta en una oficina llena de cadáveres que han aprendido a desplazarse. O la limosna del que apenas se tiene a sí mismo. De existir el corazón o la justicia, o los dos, tienen que ser éstos. De modo que existen ambos y es sencilla su existencia, tanto como si yo pudiese dártelos con mi cuerpo, si lo tuviera, si fuera cierto que tengo un cuerpo, y es cierto que lo tengo y podría pertenecerte como, qué sé yo, el lapicero de la mesa, la tarjeta del metro, un zapato que se perdió en la infancia. De existir el lapicero, tendría que ser tuyo. Yo lo vi cómo te pertenecía, es cierto que lo tienes, como la tarjeta, el zapato. Entonces el corazón y la justicia son verdaderos y se parecen a ti, a tus maneras, a tu boca. Sólo de existir. Acaso es cierto que existes, te he encontrado.
Esto es PRECIOSO. Y no puedo decir más.
Tú siempre tan en los textos clave, hermosura.
Gracias. No sabes cómo me alegra que te guste.
Fusa cuándo te leo me digo a mí misma: he tenido la suerte de leerla, de leer esa manera tan especial de decir las cosas, una manera que hasta que no la leo, se me hace dificíl imaginarla escrita.
No te calles.
Un beso
Entonces nos pasa algo parecido, Carmela, yo tampoco sé lo que quiero decir hasta que lo digo.
Qué preciosidad lo que me dices, muchísimas gracias. Es un placer no callarse así de esta manera…
Un abrazo y gracias, gracias, gracias.
Os dejo el poema entero, porque no tiene desperdicio el final.
AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
ANTONIO GAMONEDA
Muy hermoso sí:)) sencillo y amor son dos bellísimas palabras, y llenas de magia si van unidas :) un biquiño grandeee:))
Cuando se dan el corazón y la justicia pasan estas cosas, que de pronto vas y escribes luz y Gamoneda no sobra, es más, Gamoneda se dibuja y entre él y tú me haceis sonreir una mañana de martes y mira que los martes son raros… jeje.
Una delicia, Fusa mía.
Volví a leere de nuevo tu texto y me encontré con el poema entero de Gamoneda. No había leído nada de él, pero este poema me gusta y el final me gusta muchísimo.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
Volviendo al mundo de blogger. Leyendo también cosas de más de ciento cuarenta caracteres. Redescrubriéndote, querida, admirable joven.
Ay, Jenn, esta cita de Gamoneda es la que encabeza (y ha inspirado) ese poemario malo mío que nunca verá la luz. La he puesto en google hoy por primera vez para volver a leer el poema entero desde la ofi y lo primero que me ha salido es tu blog. Entre eso, y lo de ayer de Close-up… sigo tu camino literario a pies juntillas, vamos.
Patri