Niño durmiendo, Egon Schiele¿Habrá perdón o castigo para los niños
que jugaron a hacerse grandes y perdieron?
Habrá tanta confusión, tanto contar hasta diez,
habrá tanto, tanto miedo, amor.
Cuando llovía se disfrazaban con ropa de
antiguos payasos y futuros trapecistas de circo,
llovía y por un momento confiaban en el
consuelo de un resguardo que les salvara
del frío de un verano que estaba por llegar.
Bajo la mesa se escondía un jardín de flores
que crecieron mucho tiempo después,
que olieron obscenas entre los dedos vírgenes,
bajo el sombrero toda la tierra húmeda
y algún beso de mentira.
No habrá permiso de aterrizaje para los niños
que todavía juegan a ser mayores y de veras
lo son. El refugio de los miércoles lo pasaron
a fiestas de guardar y viven al raso.
Esos dos que somos tú y yo con la vergüenza
muy adentro del ombligo, presumiendo de
haber llegado ya a lo más alto, a lo más bajo.
Esos dos que éramos y que incansablemente seremos.
Fragmentos de interior 
Rompimos una vasija preciosa hace ya tanto, veintitantos, y seguimos escondidos, y en nuestras trece, sin querer reconocer que los trozos desperdigados por ahí y que aun nos llenan las plantas de los pies de cortes y más cortes son, al fin y al cabo, nuestra continuación, recompensa y castigo.
Todo a un mismo tiempo.
sos vos la que me abre, querida Fusa. no merezco (realmente) ese delicadísimo regalo del siete de septiembre, bordado con la mano experta de los que llevan la escritura como un tatuaje y la ejercitan como quien necesita oxígeno. ahora tengo dos poemas tuyos para enmarcar, aunque te enmarcaría toda, si no te escaparas de todos los marcos.
acabo de hacerte de cuento, irrevocablemente convencida de que así sos. de cuento, en una isla.
te abrazo muy fuerte y saco, una a una, todas las navajas que la lata pudiera guardar.
(es extraordinario que hasta escribas sin decirme “ábreme”, sino “abrime”, que logres estar tan próxima, tan adentro).
te abrazo fuerte, fuerte.