Para G.
Decías bajito: no llames a las sombras.
Y yo caminaba aprisa por el parque
soltando un hilacho que amarrabas
entregada y algo confusa.
No llames a las sombras, decías,
y yo obedecía y casi corría,
casi volaba, mientras me mirabas
avanzar, mientras me pedías
que no me volviera, porque sería
descubrirnos de nuevo, con lo que
eso nos acaba doliendo siempre.
No llames a las sombras, decías,
pero la noche ya nos besaba el pelo
creyendo que las que soñamos
no tenemos memoria.
Imborrable y casi inenarrable, si no fuera porque tú eres capaz de narrarlo todo, de sentirlo y plasmarlo en palabras todo… de no ser así, hasta inenarrable sería esa memoria de las que soñamos, de las que volamos aunque se empeñen en pegarnos al suelo una y otra vez. Tenemos memoria, preciosa, pero una memoria que no nos frena a adentrarnos en las sombras, siempre que ese hilo que nos une no se rompa y nos proteja…
Gracias por tanto, mi queridísima F.
Te quiero mucho.
Gloria: pero todo es por tu culpa, que pones una coplina y a mí la noche se me cae encima, una noche que no pesa se cae encima y, claro, una es que no se puede resistir a mirar atrás dulcemente… a rebuscar y recordar con una sonrisilla. Si pinchas en tu G., verás que lleva directamente a la tercera parte de Barcelona. Bien, te abro. Y te quiero.
Un abrazo.
A mí es que me fascinan las sombras, su estar sin estar, su forma de jugar, la risa o el llanto que provoca en los niños al descubrirlas…
Asombrar y sombras, siempre de la mano.
Como muchos de tus poemas, Fusa mía.
Besos chinescas.
Margot: hace tiempo escribí un cuento tonto de unas sombras que se iban de su dueño y hacían vida aparte. Ahora las sombras ya dejan de ser tan graciosillas.
Gracias, guapura.
Un besazo.
es en las
sombras
donde
se suelta
la
memoria*
soñemos,soñemos***
Rayuela: me gusta eso de que se suelta la memoria, como si fuera una melena larga de mujer. Y, visto así, me gusta la metáfora.
Un beso, Silvia.
Tanto juego han dado las sombras, tanto nos han asustado, tanto nos han divertido (sombras chinescas), tanto nos acompañan (siempre llevamos a nuestra sombra)…
me gusta tu texto
La esfera cultural: a menudo me pasa que, hasta que no escribo algo sobre alguna cosa, no soy consciente de la trascendencia que tiene. Las sombras, después de este poema y estos comentarios, tienen mucho más jugo.
Un abrazo.
Es precioso, Fusa.
Sólo una pregunta de mi lado rottenmeyer, manía mía, lo de “girarse”, ya sé que se está imponiendo, pero en castellano se decía volverse o darse la vuelta, mientras que girar se usaba para los coches o para algo que da un giro de 180 grados, que da vueltas como una peonza… ¿No sería aún más perfecto con “volverse”? Bah, no me hagas caso, son pequeñas manías mías, lo cierto es que es precioso, me gusta la atmósfera y lo que palpita detrás
Belnu: te agradezco mucho la corrección. Si son manías, benditas sean, porque también a mí me gusta la perfección y esta explicación sobre volverse o darse la vuelta se me escapaba. Me es de gran ayuda… creo que voy a cambiarlo y, por supuesto, a memorizarlo para otras veces.
Me alegro de que te haya gustado.
PD: el parque es reconocible: la Ciutadella.
Un abrazo.
MARAVILLOSA FLUIDEZ DE SENSIBILIDAD INSTROSPECTIVA… HERMOSO