Los pájaros esta noche aprenden
a nadar en mi bañera y Bob Dylan
tiene voz de mujer sin que se note.
Ya nadie sabe que una canción
cabe en un mensaje de contestador,
que el viento está probando
a dejar de mentir, que no hay
ya pistoleros de sangre caliente.
Nadie podría hoy reconocerte
persiguiendo una paloma por la
quinta. Pero tú y yo seguimos
siendo los mismos: un tipo
con aires de vagabundo nostálgico,
una loca que se encierra
en los cuartos de baño de los bares
más sucios de la noche americana.
Hay demasiados artistas y soldados.
Hay un no sé qué en este poema que enlaza muy bien con el cuadro.
¿Habrá dejado ya el viento de mentir?
Isabel: empecé buscando un soldado convencional, uno picassiano o así, pero, al ver éste, me encantó. También me parece que tiene un lazo con el poema.
Eso de que el viento deja de mentir es un verso de una canción de Quique González y al escucharlo por primera vez me pareció muy hermoso.
Este poema, claro, es un pequeño homenaje a él y a su música.
Un abrazo.
Qué bien estos homenajes, cómo te arrastran e inspiran esas afinidades, qué interesante apertura
Belnu: antes nunca escribía poemas y ahora parece que todos mis pensamientos pasan por unos cuantos versos. Por eso me influye tanto lo que leo, escucho y encuentro… de ahí tantos homenajes, tanta referencia. Estoy contenta, me lo paso bien haciéndolo… y es una forma más de agradecimiento, supongo.