A cambio de qué desaparecería este miedo.
Este dolor como de que algo se rompe,
un crujido, pero menos, un volcán,
pero menos, un estallar en ladridos
de perro viejo y sucio, el cine mudo.
Es cuando hablas del dolor cuando
soy capaz de notarlo. Sólo quiero
ayudarte, dice el temblor, sólo
que veas la verdad. Pero yo quiero
ofrecerte algo a cambio para que te marches,
para que te lleves de mí.
Si te fueras, cómo sería la vida,
cómo sería la mentira si no cantaras.
Si no dijeras adiós, si desaparecieras.
¿A quién dirigiría mis plegarias,
serías tú capaz de entenderme?
Nada más que tristeza, eso y nada más.
Sólo pido que no me comprendas,
que no sepas cómo aliviarme de
todo mi recogimiento, de las veces
que cierro la puerta (el corazón, la boca,
las piernas), porque entonces
todo quedaría tan vacío y no habría
lugar para alguien como yo,
como vos, también.
Fusa, qué precioso…
Besicos.
Sara Royo: me alegro de que te guste. Lo he escrito rápido y confusa después de escuchar hope there's someone (Antony and the Johnsons).
Un abrazo.
Te acabo de dejar un comentario en la entrada anterior y ahora veo que también está empatado con ésta maravilla que tienes aquí.
El desgarro, el vacío. ¡Qué poco somos ante lo que nos duele en lo más profundo!
Virgi: nos quedamos en tan poco que apenas sabemos por dónde empezar a recomponernos una vez más… qué pequeños, al fin, cuando se trata de golpes bajos, puntos débiles…
Gracias por este paseo por mi casa.
Un beso.
Le daría toda mi valentía para que se vaya.
Me ha gustado mucho. Me dejastes temblando, te diría.
Un beso
Marcelo, que la valentía viene cubriéndose, viene como un viento muy fuerte, pero después, después de la valentía, hay que elegir el sitio…
Un beso. Me alegro imperfectamente de que te haya gustado.
No entiendo cómo te me escapaste tanto tiempo!
¡Jaja, escapé incluso de mí, imagina!
Un beso, M.