Mi prima, que es casi como mi hermana porque ahora vivimos todos juntos, me estuvo explicando ayer por la tarde que somos pobres desde que mi padre ha muerto. Bueno, desde que a mi padre lo han matado. Y dice somos cuando en realidad quiere decir sois. Porque aunque desde que mi padre ha muerto, bueno, desde que lo han matado, aunque desde entonces vivimos aquí en casa de mi tía que es hermana de mi padre, nosotras dos -mi madre y yo- seguimos siendo una sola familia y mi prima y su padre y su hermano y su madre, siguen siendo otra. Cuando nos sentamos a la mesa sí estamos juntos y comemos a la vez, pero en nuestros platos hay cosas diferentes. Si por ejemplo a mí no me gustan los guisantes, se los tengo que colocar a mi madre en su plato, porque si se los diera a mi prima, esto me lo han estado explicando un poco entre todos, a escondidas unos de otros pero todos, si se los pongo a mi prima, ella debería darme algo a mí a cambio. Lo que no entiendo es por qué si somos todos familia, si todos venimos de la abuela Martina -para algo me llamo yo así, igual que ella- que ya se murió hace tiempo, por qué no puedo darle los guisantes a mi prima que sí le gustan y se los pongo a mi madre que se los come tapándose la nariz con los dedos como cuando yo me tomo un jarabe. ¡Pero yo soy pequeña todavía! Así que desde que mataron a mi padre todos somos uno pero comemos diferente y mi cama también es más incómoda que la de los demás, la mía y de mi madre porque dormimos juntas, más incómoda y suena más, que tengo que dormir siempre quietísima. Y además si hace frío encendemos una lumbre y, depende del tronco que hayas metido, así de cerca puedes estar del fuego. Si mi madre pone un tronquito pequeño y mi tía pone dos grandes, nos toca estar un poco lejos y pasar más frío. Pero entonces, ¿nuestra leña a quién le estará dando? Que mi madre a veces llora por la noche y dice: para esto, nada, para esto, nada. Y yo casi que también lo pienso. Para esto, para que seamos una familia y al mismo tiempo seamos dos, como lo hemos sido siempre, como cuando mi padre vivía, para esto, nada. Yo prefiero, si somos pobres, que vivamos pobres. ¡Pero tranquilas!
me has llevado hasta allí Fusa :) y me ha recordado algunas historias que me cuenta mi madre de cuando vivían, de pequeña, todos en la misma habitación en pérez quevedo, en la casa de mi madrina, una calle que cuando yo era pequeña, aún no tenía salida para coches, cerca de la torre de hércules, la recuerdo como una calle alegre, aunque sé que cuando mi madre era pequeña, pasaron muchas dificultades económicas y eran otros tiempos, se me hace raro pensar que una familia vivía en la misma habitación, me recuerda también a dostoievski, en cómo describe los vecindarios, aunque aquí es más duro, porque son familia, aunque no son todos iguales :) me llaman!! te dejo, por hoy, pero volveré, que no he leído la entrada anterior aunque sí me suena el final, por la entrevista :)) un biquiño!! y muy feliz domingo :)))))
Oh, ¡es una nueva serie de tuencos, Fusa! Para esto, todo, diría yo. Venir aquí y sentarse un poco más lejos de la lumbre casi no importa porque el calor lo dan tus palabras, tu manera de contar las cosas, tan cercana, como si estuviéramos en un corro contándonos tuencos, así, que me acuerdo, con la mantita a cuadros de Bergai, por ejemplo, por las rodillas. Así me gusta leer tus historias, así me imagino que nos las cuentas. :)
Me ha encantado el final: ¡Pero tranquilas!
Porque quiere decir que sigue, que hay más cosas que contar, y yo espero, espero la próxima ronda. Y me ha encantado también que aparezca Martina, que ya veo que es un nombre que te gusta mucho porque no es la primera vez que sale. A mí es un nombre que me pone contenta, que me suena a sonrisa. :)
Un dulce beso, guapa.
¡Hala! Pensaba que iba aser la primera y me iba a marcar un baile de maracas de ésos que hace tiempo que no me concedo, jaja.
Fascinante tu relato y el final, tranquilas! me encantó, un saludo.
Todos tiene muy claro que les encanta el final.
Todos menos yo, que entre tanta belleza no sé son qué quedarme.
¿quién sabe contar con tanta ternura la injusticia?
Es tremendo descubrir tan pronto la injusticia, la discriminación dentro de tu propia familia, ser el pariente pobre al que jamás se le permite olvidar no sólo que lo es sino que debe agradecer lo que recibe, lo poco, la nada. Tranquilas, sí, Fusa, pero yo, si fuera yo, añadiría tranquilas y en otro lado.
Un abrazo. Me encanta, como siempre.
No sé que tienen tus textos que, desde que te leí en Esfera Cultural, te he seguido en peregrinación hasta encontrar este estupendo blog. Tu forma de escribir es sencilla, amena, amable para contarnos lo dura que es la vida sin sobresaltos, como si fueramos niños.
Enhorabuena. A partir de ahora me siento conFusa
Abrazos
Tantas y tantas historias así, tanto dolor y afrenta, que sí, hasta los más pequeños, siempre en su mundo y ombligo, conseguían darse cuenta…
Fíjate que a mí lo que se me clava es el título, Fusa, “para esto nada” y ahí sigue esa nada. Uffff, que me pongo tremenda, verdad?
Besos con todo.
Galicia maravillas: sí, mi madre y su familia vivían también en una habitación. Y un poco mi abuela sufrió esto de la familia política que, una vez muerto el cable de unión, desaparece toda amabilidad y ayuda. Antes las cosas eran diferentes… ni mejor ni peor: diferentes. Y, para mí, con mucha más magia y vida.
Un beso.
(*: sí, no sé por qué me ha dado por fraccionar los cuentos. Quiero contar una cosa pero empiezo con el preámbulo y me doy cuenta de que ya es un cuento y lo corto y dejo lo que tenía pensado contar para otro. Éste fue más casual que otra cosa… que quería irme de casa y no me daba tiempo de escribir más y lo dejé así, jajaja.
El nombre me encanta, sí. Y no es de nadie a quien quiera… es sólo que me suena tan bien. Mi bicicleta, por ejemplo, se llama así :)
(Qué bien taparse con mantas de Bergai para escuchar cuentos lejanos…)
Un abrazo.
(*: cómo se echa de menos a Lena y su risa y su baile, ¿eh?
Aguacateyfresas:y para fascinante tu blog y tu pintura, Gloria. He entrado y quiero escribirte algo, de momento me he hecho seguidora porque me han encantado los cuadros. Mis felicitaciones. Y mi agradecimiento también.
Un saludo.
María Jesús Paradela: muchas gracias, MJ. Me gusta eso, que las cosas difíciles e injustas las cuente una voz infantil, que lo despoje de todo con tanta naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo hablar sin complejo ni prejuicio.
Me alegra que te guste.
Un beso.
Wara: lo que pasa es que no siempre uno puede elegir otra alternativa. A mi madre la metieron, cuando mi abuela cayó enferma y mi abuelo había muerto ya, en un internado. Con monjas. Y por más que uno desee…
A mi tía la querían adoptar una familia. Ahí habría vivido tranquila, como lo que piden Martina y su madre, pero en otro sitio. Y, sin embargo, tampoco habría servido.
Claro que todo son casos aislados…
Un abrazo.
Marcos Alonso: muchísimas gracias. Muchas, de verdad. Por los comentarios que me dejas en La Esfera y por haber venido hasta aquí a dejarme estas hermosas palabras. No sé ni qué decir, después de ti. Excepto eso, gracias, y bienvenido, y pasa y quédate, y siéntate y siéntete conFusa. No se está del todo mal en esa línea de la duda.
Un abrazo grande.
Margot: ¡pero si tú siempre eres tremenda! Tantas historias y tanto dolor y tanta pena y todos acabamos viniendo de ahí, de forma directa o indirecta, viviéndolo y siendo consecuencia o víctima de los que lo han vivido. ¡Ay, el tremendismo, que se contagia…!
Un abrazo, guapa.
Vengo del dos al uno. Sigo los capítulos al revés. Me ha encantado. Te lo prometo. Muy, muy buenos. Como cambias los lenguajes, aunque los dos sean monologos internos. Me gusta, me gustan mucho los dos.
Besos