Diario de una niña sin televisión

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El sillón del tío José
Cuando me despierto me siento en el sillón del tío José pero cuando el tío José vuelve del campo, me tengo que salir. La otra butaca cómoda es de la bisabuela, pero cuando la bisabuela quiere sentarse me tengo que salir también. En casa de los abuelos había un sitio para el tío Juan pero cuando el tío Juan murió, se lo quedó mi abuelo. Y mi abuela nunca ha tenido un sitio, ni yo tampoco, pero eso es porque ni mi abuela ni yo nos sentamos mucho. Seguir leyendo…

El armario de las primas
El día que llegué vinieron mis primas y me dijeron hola y aunque hayamos pasado el año mandándonos cartas, nos dijimos hola y luego nos quedamos calladas. La mayor tenía algo que hacer, y las pequeñas lo sabían pero no podían decírmelo y al final me lo dijeron, que tenía que ir a la calleja a besarse con su novio, y su novio es moreno, tiene un corte, bueno, la señal de un corte que le cruza la boca y un lunar muy cerca de los labios. Su primo es rubio y muy moreno y siempre se está riendo, es alto y me parece que fue el novio de mi prima hace algún tiempo, no sé cuánto, y ahora el primo rubio dice, y tu prima qué, refiriéndose a mí, y refiriéndose a si quiero ser novia suya, pero no. Mi abuela me dijo que me dejaba ir con ellas pero que a cada rato volviera a decirle que estaba bien, y le preguntó a mis primas adónde íbamos, porque yo no me entero, todavía hay muchos sitios del pueblo que no conozco, y eso que es pequeño. Seguir leyendo…

La ventana del tío Tomás
La otra noche estuvimos tomando la fresca en la puerta de enfrente, la de mis tíos, y antes ahí vivían los padres del tío Tomás y del tío Domingo, que son los mismos, pero ahora se han muerto y se han quedado ellos, y no lo entiendo muy bien pero me parece que la casa era de los padres y no de la tía Antonia, y que ahora es de todos los hermanos, y que la tía Antonia es la única que los ha cuidado y no le han dejado la casa, y ahora no saben si los van a echar o no. Seguir leyendo…

La casa de Janina
Hace unos días vino una niña que no entiendo muy bien si es mi prima, pero me parece que no. Su nombre es casi tan raro como el mío, Janina, y nos echamos juntas la siesta porque ella vive en la casa de enfrente, con la tía Antonia, y como está más cerca que mis primas, la veo más que a ellas, digo que echamos la siesta pero en realidad no dormimos y nos tienen que mandar a callar cada dos por tres. Me parece que es la hija de una nieta de la tía Antonia, pero tampoco lo sé muy bien, lo que pasa es que como todos se conocen y se hablan tan normal, nadie me lo explica y dicen mira, una niña de tu edad, pero no es verdad, tiene dos años más que yo. Seguir leyendo…

La cama de la abuela
La bisabuela se ha caído de la cama. Yo creía que solo los niños se caían de la cama durmiendo, pero mi bisabuela también. Cuando me he despertado mi abuela no me ha dicho nada de los churros, que ya no valen para nada porque, fíjate, están fríos. No me ha dicho nada, mi abuela, porque no estaba en casa, y estaba mi abuelo y me ha puesto la leche y los churros pero sin decir nada de lo tarde que es. Yo no sé de dónde saca tanto silencio mi abuelo. A veces mi padre se parece a él, y a veces yo también. Cuando he preguntado dónde está mi abuela, me ha dicho que la bisabuela se ha caído de la cama y que están en el hospital, y he preguntado que cuándo volverán y ha dicho que no lo sabe, y he preguntado si se ha hecho daño y ha dicho que no lo sabe, y he preguntado cuánto rato hace que se han ido y ha dicho que no lo sabe, y he preguntado qué vamos a comer y tampoco. Seguir leyendo…

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