Quisiera ser poética en mi narración, pero no hay nada tan vulgar como contar la propia vida, con todos sus pormenores. Hacer literatura de lo insignificante es hacer gran literatura, aunque pueda no parecerlo, y en éstas me debato. Sin embargo, éste es mi reto: hablar de Criatura, del Señor Albero, rozar los límites de lo permitido, siendo lo permitido tan pobre e insuficiente, y entretenerles a ustedes. Así, hoy, sigo contando lo que puede contarse y no demoro lo indemorable.