Cuando la mujer se olvida de que es mujer, se olvida de que no es siempre libre: hay que merecerlo. Adivinando a una Simone de Beauvoir actual, revisitada, diría que no se nace mujer libre, se llega a serlo. A veces se nos olvida, a veces vemos cómo otras se olvidan. Eso ocurre, parece, con la mujer política, que sólo es política y se olvida de que para llegar al congreso, hubo injusticia; para que se abortara legalmente, hubo lucha; para que pudiéramos alejarnos de la culpabilidad y la excesiva responsabilidad, hubo sacrificio. Para ser mujer libre no basta con nacer, se llega a serlo: pero no a cualquier precio. No al precio de ser solamente libre, individualmente libre.