Jenn Díaz sitúa a sus tres mujeres en compartimentos estancos, en situaciones sin salida de donde no se puede escapar: Rita como transgresora de la Ley, Julia ante la muerte y Mónica en medio de una pérdida que no se soluciona con el reemplazo de un nuevo embarazo, como ninguna pérdida, claro. Asistimos pues, al relato de un intento por sobrevivir, de escapar, la épica del fracaso, casi como heroínas de tragedia griega, plantándole frente a los Dioses (Estado, runrún social), abocadas a sucumbir.