Probablemente la palabra común a la mayoría es una: herida. La mujer sangra por esa herida y esa herida es la que la mantiene unida a un cierto salvajismo, algo animal. Una vez al mes, la mujer, la poeta, se parte en dos y de esa herida nos muestra que hay vida y que la vida es natural de la misma manera que para ellas lo es la escritura.
Estupendo artículo, Jenn, me gusta mucho como has hilvanado todo. Cuando lo anunció Luna en su blog ya me parecio una idea genial, ¡hay tanto que decir y poemar sobre ese tema!
Me gusta encontrarte en varios sitios y que tu palabra se extienda.
Un fuerte abrazo.
Inteligente, sensible, maravillosa reseña.