Para mi hermana
porque sí
—¿Y sabes qué es lo que le gusta más de mí, que me lo ha dicho hoy?
Yo le dije que los ojos, porque mi hermana tiene los ojos verdes y muy bonitos, y como me dijo que no, probé con decir la sonrisa, porque es amplia y sincera, y cuando me dijo que no, le dije que no lo sabía, pero que estaba convencida de que los pies no eran, porque tiene un dedo que se le esconde, el dedo pequeño más concretamente, y porque además tiene el pie más grande que…
—¡Que no, tonta, el pelo! Dice que cuando me lo recojo, estoy guapísima… con la coleta laaaaaaaarga, larga, que se va balanceando mientras ando…
Por mí, todas las mujeres del mundo nos podíamos dejar el pelo bien corto, porque es un engorro tenerse que peinar por las mañanas, que si de algo me acuerdo de cuando era pequeña, es de los enredos que mi hermana me tenía que quitar antes de ir al colegio… y si nos enfadábamos porque yo me quejaba de que me hacía daño, me amenazaba con dejarme los enredos y punto.
—Que no, venga… péiname…
—Para presumir hay que sufrir.
Porque ésa era una frase que a mi hermana le ha gustado siempre, tan coqueta que es, y a mí no me dice absolutamente nada… y por eso ahora yo tengo el pelo corto y ella dice que se lo va a dejar largo hasta que tenga cuarenta y, con cuarenta, se lo corta, porque las mujeres de más de cuarenta con el pelo largo son ridículas. Yo, por si acaso, no dejo que me llegue a los hombros. Lo importante de aquel verano era que mi hermana tenía novio y que a este novio le gustaba, sobre todo, el pelo largo de mi hermana. Un pelo que se estropeaba un poco de tanta piscina, porque íbamos a un cámping y estábamos todo el día en remojo, que teníamos los dedos que daba pena verlos.
Un día, llego de la piscina, que había ido sola porque a mi hermana le había venido la regla y era muy fina con la regla los primeros años, no como yo, que… bueno, había ido a la piscina sola y cuando vuelvo, me dice mi madre que a ver si puedo entrar al baño, que está mi hermana encerrada y no quiere salir, llorando. Cuando conseguí que me dejara entrar, me la encontré delante del espejo con unas tijeras en la mano.
—¡Que te lo juro que me lo corto!
—Pues anda que tu novio se va a poner bueno… con esos pies que tienes…
Me contó que por la mañana, cuando mi hermana se había despertado y yo ya estaba en remojo, se había encontrado en una valla, que había delante de nuestra parcela, una pintada que ponía:
MIRIAM TE QUIERO
Que yo ahora, con los años, echo de menos la coma entre el nombre de mi hermana y el TE QUIERO, pero entonces qué más daba. Me contó que su novio había ido por la mañana a recogerla para dar un paseo y no a la piscina como siempre, sabedor de lo fina que era su novia unos días al mes, y que se había encontrado con aquella pintada, que por supuesto no era suya. Mi hermana, enfadada porque no era de su novio. El novio, enfadado porque…
—¡Tú eres una puta, hombre!
Así que se pelearon aquel día, que ya me dirás, dejarlo con tu novio el día que te viene la regla en plena adolescencia, con todas las hormonas revolucionadas. Lloraba mientras me lo contaba y decía que lo que de verdad le daba rabia era que no se atreviera él a hacer la pintada, que menuda mierda aquel amor y que era un cobarde y un imbécil, lo peorcito que se había echado a la cara. Yo le decía de broma que si quería hacerse un favor de verdad, se cortara el meñique del pie, porque la afeaba bastante y sobre todo en verano, y que si ahora tenía que buscar otro novio, sería lo mejor; mientras, ella decía ¡que te juro que me lo corto! Por supuesto, no se lo cortó. De todas formas, lo más vergonzoso fue cuando mi padre tuvo que limpiar la pintada, que se lo dijeron en una reunión, porque aunque no éramos culpables de nada, de alguna manera, en fin, éramos responsables de la hermosura de mi hermana.
Me ha encantado, qué bonito y si M es hermosa, mcuho ;)
Ya veo que, como yo, tienes debilidad por la pestañita Mimaru… Un besazo, Isa.
me encanta este escrito, es realmente apasionante deleitarse con una buena lectura.