¿Qué relación existe entre la primavera y la muerte, si no es ese parentesco profundo que existe entre la vida y la muerte, que la naturaleza nos echa en cara con sus momentos más exaltados como una prueba espléndida de su perfección y equilibrio?
Los niños nacen de la tierra, esto lo sabe cualquier crío. Sólo después de que crecen lo suficiente, cuando están a salvo de todo peligro, se desprenden de la tierra; vienen los padres y los eligen y se llevan a su casa el niño que les ha gustado, y después comienzan a contarles cuentos sobre cómo se hacen los niños y otras cosas para atarlos más y que no intenten volver.
Mi extraña infancia, que ardía entre terremotos casi físicos de los descubrimientos y las tormentas de los amores precoces desgarrados por los celos salvajes, mi extraña e insaciable infancia, deseosa de consumir en inclinaciones incomprensibles y vértigos insignificantes las reservas de pasión y presencia de toda una vida.
Que no me despierte, rezaba, un poco más, imploraba sonriendo, que no me despierte… Seguía escuchándome a mí misma mucho tiempo después de saber que ya no tenía miedo de despertar…
Te vas a perder, no vas a saber salir de entre los libros. Te vas a morir de hambre y de frío en medio de ellos.
La sensualidad difusa y no formulada aún de la pubertad, casi dolorosa, con un dolor sin objeto, universal e inconsolable, como son solamente los dolores de la infancia.
ANA BLANDIANA
Cuánto he rezado para no despertar de un sueño precioso!