como un perro obediente y fiel
esta casa me va persiguiendo por donde me muevo
y se parece un poco a mí, y huele un poco a ti
quedan ya muy pocos ruidos para estas paredes
apenas alguna que otra pereza todavía por despertar
pero la casa levanta las orejas y me mira despiadada
y se va agrietando y volviendo oscura y vieja y sucia y tonta
un poco fea, la más hermosa
en esta casa he muerto alguna vez y me he levantado otras
ha habido ecos de heridas lejanas y un leve crujido
ya sabido y, por tanto, sin miedo alguno
en esta casa me he sobrevivido algunas veces
y he creído estar a punto de vencer la mayoría de las noches
de pronto, se acaba
se acaba la casa como se acaba una madre
y da la misma lástima, y se sustituye con tanta facilidad
como una madre que levanta las orejas y mira despiadada
y se arrastra como una casa obediente
a cuestas de un perro de cuatro paredes
sólo hay algo de cierto en todo este poema
y es la tristeza
Y otra verdad, al menos para mí Fusa, que tiene sabor a tí.
Es magnífico.
Un beso
Estremecedor.
Abrazo.
Puedo sentir soledad y tristeza, pero al mismo tiempo afloran tantos recuerdos, al leer las frases.
¡Un abrazo!
Ay…