Era cierto que estaba siempre con el Nini. Iba a buscarlo
a la fábrica todas las tardes. Esperaba con impaciencia
el momento de estar con él. Me gustaba estar con él. Cuando
estábamos juntos me olvidaba de lo que me daba miedo.
Me gustaba cuando me hablaba, y me gustaba cuando
estaba callado y se mordía las uñas pensando en lo que fuera.
Yo siempre me preguntaba si me besaría, pero no me besaba.
NATALIA GINZBURG
Entonces yo te digo mira ahí ahí arriba donde el cartel no en el otro lado en el de la derecha ése es mi balcón y ambos miramos arriba y sabemos que en realidad estaríamos hablando de otras cosas pero yo te señalo y tú lo miras y después veo que las nubes van deprisa y te lo digo cuando en realidad te habría dicho quédate toda la noche conmigo pero en cambio te digo eso qué rápido van las nubes y tú dices que es verdad cuando en realidad me habrías dicho ya sabes que no puedo. Y después seguimos andando y la esquina donde nos abrazamos por primera vez ya no existe y yo pienso que qué más da porque ya me he acostumbrado porque siempre paso por ahí mientras pienso en ti y ya sabía que no estaba pero tú haces una pequeña mueca y dices que qué vamos a hacerle y en verdad no podemos hacerle nada. Y después seguimos andando y parece que nos estamos engañando el uno al otro como si fuera una ciudad que no conocemos ninguno y si hacemos una trampa en una calle el otro no se va a dar cuenta de que ése es el camino más largo pero ya lo sabemos es a propósito luego cuando alguien nos pregunta cómo llegar a alguna parte nos delatamos y damos siempre el mejor itinerario el que nosotros no estamos siguiendo y seguimos andando cada vez más lejos y arriba las nubes irán más rápido o más lentas ya no lo sé porque he dejado de mirar y te estoy viendo de reojo y sé que podría estar el resto de mi vida así intuyendo cómo de rápido pasa el tiempo pero sin atreverme a mirar el reloj y diciéndote dónde está cada cosa pues por aquí paseo para ir al mercado y tú ya lo sabes porque la ciudad no es desconocida para ti aunque cruces las calles y siempre hagas el camino más largo. Y después me olvido de las nubes y me olvido de todo y todo va volviendo a la normalidad y la normalidad significa que mi balcón vuelve a estar ahí arriba con la ropa tendida y lo miro entonces yo sola y ya no hay nubes la noche ha quedado perfectamente abierta para mí ahora que ya no estás ahora que ya nadie me pregunta cómo podría llegar a ninguna parte y ya no me ves si yo señalo con el dedo cualquier parte del mapa que pretendo contigo.
Tus palabras me siguen emocionando y me admira el poso y el peso de ellas, porque lo que cuentas es real, es de verdad y eso es lo que importa al escribir.
Gracias por la identificacion que experimento al leerlas.
Un abrazo
Y me viene una canción lejana -y probablemente tonta, a tanto no llega mi recuerdo- que decía… “el caso es andar”… y en eso pienso tras leer tu caminata. Aunque ya no nos miren ni busquen.
Un besote!
Si sigues atacándome a traición cuando salgo a pasear por tu mundo de casualidad al final no me quedarán lágrimas.
A.
“y ya no me ves si yo señalo con el dedo cualquier parte del mapa que pretendo contigo.”
es precioso Fusa.
Un abrazo
Bonitas las palabras de Natalia.