Y después siempre queda lo mismo, un poco
de convencimiento y la alegría, que no está
nunca intacta del todo. Siempre como una
mujer que acaba llorando en el baño de un bar.
No he abierto aún el ventanal, todavía
no hay dónde mirar, pero falta tanta luz aquí.
Es estúpido quedarse frente al poema y hablarle
como si pudiera entenderte, es estúpido porque
sabes de antemano que sí lo hace y que, aun así,
no sirve absolutamente para nada, sólo para
un poco menos de peso, algo más de nostalgia.
Las cuentas no acaban nunca saliendo.
Se nos daba bien siempre quedarnos en números
negativos, pero la fe, que podría confundirse con la
alegría, hoy se niega a presentarse.
Se nos hiela el corazón, dice un anciano. Y llueve
en medio de una canción que habla de la playa
más fría que pueda existir. Se nos daba bien, eso.
El invierno a pleno mar, a pulmón destrozado.
Hay cuentos para niños buenos que no terminan
nunca del todo y a una le da por preguntarse si deberían
alguna vez haber empezado, si la boca que lo inventaba
sabía ya cómo dormir a los peces que aúllan.
Siempre falta algo de luz… ¿ves? Ahora he empezado y no sé cómo seguir.
Todo cambio debe ser para algo, bueno o malo no importa, pero es por algo. Ya sé que da algo de vértigo, seguro que tú lo sabes mejor que yo. Si el cambio supone venir a Roma yo estaría encantado, veo muchas cosas cada día y no hay nadie a quien comentárselas, de verdad. Creo que cuando vas a un sitio en lo que todo es nuevo y no conoces a nadie vas más despacio por la calle y te fijas en todo, y no todo es bello, hay cosas aquí que te inquietan y atormentan, pero no las contaré en Internet. En fin, si vienes te encantará, y a mí también.
PD: ¿Cómo se enlaza un blog? No sé poner cosas. Y por cierto, mis pulmones empiezan a estar destrozados.
Como en el mar, cuando cuesta atravesar un ola fuerte para llegar a un remanso y nadar, a veces hay que atravesar el oscuro borde de la luz para llegar a ella.
Besos