No voy a engañarme y a decir
que no era lo que quería,
que no disfruto viéndote herida,
que esto no lo deseaba,
porque dentro de mí hay una
repugnante sensación de alivio,
de comunión con el mundo entero,
y es precisamente esa gloriosa
sensación la que me hace temer,
pero no eres tú, no tu boca que
apenas sabe hablar, no tu andar,
vacilante, aunque debiera, no eres
tú, sino esta infinita frialdad, este
rencor verdadero e inútil, no es
esto lo que yo quería y, sin embargo,
se parece tanto que me asusta
no haberte querido nunca antes,
no eres tú quien me hace temblar
como una hoja caduca, es esta sed
de venganza, de pura venganza
Me gustan mucho los dos poemas, éste y el anterior, esa reflexión sobre las victorias pírricas, pues eso es ganar frente a las personas que amamos y ésta, sobre los sentimientos y deseos más oscuros. Eres grande, pequeña Fusa.
Un gran abrazo.
Vanagloriarse en la venganza, empobrece mucho…No somos Sylvia Plath y Ted Hughes, darling…
Así somos de contradictorios, querida Fusa. Capaces de grandes amores y grandes odios.
Eres una artista, me gusta lo que escribes.
…rencor verdadero e inútil… y temblar de venganza
No hay grito, lo fuerte o largo que sea, que tape, reprime, solucione ese rencor y venganza.
Ahora te doy mi opinión personal: muchas veces no es tanto el otro (el querido en la vida actual o en la de hace poco) que crea esos sentimientos fuertes, sino un pasado con que el querido (o el pasado querido) no tiene nada que ver, o con que tiene que ver sólo porque por ese pasado con que tiene nada que ver fue escogido como querido.
No sé si me entiendes, es algo que viene de adentro de mí. Para ser más concreto, es mi propia experiencia.
Un abrazo