XLVII

Barcas, Ignacio Díaz Olano

Podemos dejar el remo
tumbado sobre la barca
y dejar que la corriente
nos lleva hasta tierra firme
dejándonos
gustando de un mareo
que se sabe dulce
de antemano.

O podemos seguir remando
hacia esa luz que veo
al otro lado del río
que no por lejana
me parece más difícil
ni menos fácil.

O también podemos
cerrar los ojos
y olvidar que estamos
sobre esta barca
sobre este mar
frente a este río
frente a esa luz
que no hace daño
ni guía
ni orienta
pero espera.

21 thoughts on “XLVII

  1. Yo también, Marcelo. Y si tiene que romperse el remo y quedarse uno sin saber qué hacer, se hace. Y si se tiene que saltar al mar y ponerse a nadar, aunque sea a contracorriente, también. Rema, rema, remaa…
    Un beso.

  2. Linda poeta ¿a destiempo? (oh, no, que nunca es tarde), si supieras… Esta semana he hecho unas pruebas para entrar en el Conservatorio de Música el año que viene, y aunque lo tengo muy difícil por la edad, porque tienen prioridad los tropecientos niños que se presentaron conmigo, ha sido una experiencia increíble. ¿Y por qué te cuento esto? Verás. Para la prueba de lenguaje musical, una de las cosas que teníamos que hacer era cantar una canción, la que nos diese la gana. ¿Adivinas cuál canté yo? ¡¡Sí!! Entre los cumpleañosfelices y las Susanitasteníanunratón de los niñitos, yo canté “Al otro lado del río”. Todavía no sé cómo me salió la voz de lo emocionada que estaba cuando dije que “sobre todo creo que no todo está perdido”, ay, y que si “rema, rema, remaaaa”… Fusa, estas coincidencias… este poema… Mis párpados a la espera… la luz que no se extingue porque espera también… Es precioso, es… aunque no te lo creas, es lo que necesitaba, es quedarme sin palabras. Infinitas gracias por este poema, porque, sin saberlo, has dejado este poema en tu show cuando más lo necesitaba. Ay…

    Un abrazo grande, grande.

  3. El poema, era previsible, lo escribí después de varias escuchas de Al otro lado del río. Y también después de ver el vídeo donde Jorge Drexler sube a coger su premio y, sin decir nada, se pone a cantar, dulcemente.
    Me alegro de que este poema te haya gustado y te haya llegado en el momento oportuno, de que haya sido un a destiempo a tiempo. Y mucha suerte, Luna, en tu aventura nueva. Espero que todo te salga como deseas.
    Un abrazote.

    http://www.youtube.com/watch?v=rvC0f7yL9ag

  4. Hace unos días estuve hurgando en mis primeros días en la luna de papel y me encontré con uno de tus primeros comentarios, y me decías algo así como que te gustaba que yo también fuera mitad remo, mirad náufrago (palabras que venían de algún escrito tuyo, creo recordar). Ahora, de repente, como un chispazo, han vuelto esas palabras a mi cabeza y quería traerlas de nuevo hasta aquí, junto a este poema, porque ha pasado ya un año y creo que ambas seguimos siendo mitad remo y mitad náufrago, aunque a veces más náufrago y otras, más remo.

    Un besazo, linda.

  5. Mitad remo, mitad náufrago. Me escribes eso en una hoja y me preguntas de quién es y no tengo ni idea. ¿Cómo pasa el tiempo por mi memoria que lo borra todo? Por supuesto sigo siendo mitad y mitad, aunque a veces uno se incline en la barca y el peso recaiga sobre uno de los dos. Pero siempre, siempre, náufrago.
    Un beso, Lunita.

  6. Hoy soy yo quien se corrige: mirad = mitad. ;)

    Y muchas gracias por la canción (la he canturreado junto a él) y por tus buenos deseos, de verdad. Muchas gracias.

    Un besito.

  7. Es curioso que se lea lo que se quiere leer, ¿eh? Imagino que con mis errores pasa lo mismo, sólo que yo los míos sí los veo y, en este caso, mirad lo he pasado por alto.
    Un beso. Y muchas de nadas.

  8. Vale ya, yo creo que ya es hora, desde anoche ya está bien… no importa el dolor de muelas, la cara hinchada y el tener que hacer un esfuerzo que no te digo para concentrarme, necesito comentar este poema porque no dejo de leerlo y leerlo y volverlo a leer… No es que esto sea un problema, al contrario, lo que ocurre es que cada vez que lo leo se me ocurre una cosa diferente que comentarte y luego me pongo y el dolor… Creo que han sido como cuatro diferentes y he decidido intentar reproducirte lo más importante de cada uno (no sé si esto se convertirá en el quinto inacabado, consecuencia de cuatro anteriores):

    1. Anoche, recién subido el poema y recién instaurado mi dolor:
    Preciosa, enséñame esa barca en la que estás, déjame subir contigo, señálame sonriendo esa luz que ni guía ni orienta, esa luz que no se marchará pero que no reclama. Me vendrá bien ese mareo sobre esa barca.

    2. Esta mañana con la cara hinchadísima (jeje):
    Cuanto más lo leo, preciosa, más me gusta esa barca. No intento imaginar qué te llevó a escribirlo, sólo intento dejarme llevar o no, remar o no, respirar o no, sobre esa calma, porque ahora preciosa mía, tus palabras me calman…

    3. Horas después, ya drogadita y con hielo en la cara (menos mal que hace calor):
    Leo dejándome, gustando de unos versos que se saben limpios de antemano, sí, preciosa, limpios, transparentes, así es este poema desde la primera palabra. Se abre meciéndose en la primera estrofa, dejando un gusto en los labios; con la segunda estrofa, esa propuesta, ese “si tú quieres cuentas conmigo para remar, pero decídelo” para terminar con esa aceptación sobre la barca, para terminar con suavidad mirando esa luz… que nada tiene que ver con la luz que veía yo el otro día, la tuya es diferente (o tal vez la misma)…

    4. Ahora, desesperada por haberte dejado tantas palabras a medias y con una rabieta que no te cuento:
    No puedo evitar meterme en esa conversación que habéis mantenido Luna y tú, siempre me ocurre, lo leo todo y espero que no os moleste…
    Nada de naufragios, querida F., nada de bajarte de esos versos que escribiste, porque si hoy vuelves a esa barca no te será difícil sentir tuyas esas palabras, porque aunque recuerdes lo que sentiste escribiéndolo, siempre es diferente, siempre han cambiado cosas (yo doy fe de ello con tus propias palabras o con las mías, porque te aseguro que he leído del derecho y del revés estos versos y cada vez ha sido la primera vez). Toma el remo o déjalo, cierra los ojos o mira esa luz, pero no bajes de tu barca, no pienso dejarte naufragar (a ver quién me iba a enseñar a mí a nadar)…

    Y todo esto sin mucho sentido, y muchísimas cosas más, me han hecho sentir tu poema. Me encantaría no tener estas molestias para dejar de sentir que todo lo que hago es impulsado por el dolor… sé que no es así…

    Un abrazo enorme, preciosa mía (y mil gracias)

  9. ¡Madre mía! Si es que es un regalo este comentario. Es como una carta de esas que nos enviábamos al principio y que, ahora, aunque a otro ritmo, nos escribimos en cuadernos gemelos.
    Me alegro de que te haya gustado mucho y que te lo hayas leído muchas veces y en cada una de ellas hayas sentido algo diferente. El poema es una experiencia y me gusta que varíe según el momento en que se lea.
    Pero voy a intentar contestarte a todos los comentarios, aunque formen parte de uno solo, porque lo merecen.

    1. De esta barca no me muevo hasta que no subas, querida Gloria. Y echo el ancla y tiro la pasarela y me arremango los pantalones si hace falta y salgo a por ti. La luz, esta luz, nos espera. Tú también has hablado de ella en un poema, aunque diferente, aunque igual.
    2. Me puse a escuchar la canción Al otro lado del río, porque necesitaba recrearme en su letra, en sus imágenes, en lo que pasó en los Óscars con ella, con Jorge Drexler. Y tenía ganas de escribir un poema sobre ello y salió esto. Y la luz, al final, viene a ser como… como el futuro. El futuro como luz que espera aunque no guíe. Que siempre está, que siempre se confía en que esté, pero no orienta.
    3. Me gusta la conclusión que has dejado, porque viene a ser algo así. Si tú quieres remar, yo te ayudo. Si tú no quieres, remaré sola. Pero esta barca va a tirar hacia delante. La barca aún no tengo claro qué representa, la verdad, pero no me importa demasiado. Como dice una canción de El último de la fila: tu parte del camino la haré yo.
    4. Fíjate que, aunque no las reconozco mías porque no las recuerdo, sí puedo verme en ellas. Somos medio remo y medio náufrago. Lo haya escrito quien lo haya escrito. Eso somos. Y no me pienso bajar. Y si me bajo o me caigo y tú estás ahí, yo nado, ¡que diez años de competiciones me tiene que servir de algo!

    Sea del dolor o de la alegría, el resultado es belleza, así que muchas gracias por tus palabras, preciosa.
    Un abrazo muy grande. Y mejórate.

  10. Pues hoy en concreto casi preferiria cerrar los ojos y olvidar si estoy o no en una barca, si hay o no alguien que me guíe… basta con saber que espera. Y si espera, es porque me concede tiempo para que tome fuerzas y pueda continuar remando.

    Precioso poema, Fusa. Un abrazo.

  11. Bueno, pues hazlo. Sabes que siempre puedes volver a coger ese remo, montar en esa barca, mirar esa luz. Porque espera, no guía ni orienta, pero espera. Y el tiempo, a veces, también. Quizá sea así para ti. Seguro que sí.
    Un abrazo, querida Wara.

  12. Y llego yo, chicas,(por primera vez) del otro lado del mar.
    Y leo tu poema,Fusa, y es bello, fluye igual que el agua del río hacia el mar.
    Y entre lecturas de (* y Gloria, y música de Drexler, veo grandes amigas, como grandes son tus versos.

    Si querés sumarte a El Taller, te mando una invitación (para éso necesito tu dirección de correo).Sería buenísimo contar con vos!

    Te mando un beso!

  13. ¡Hola, Rayuela!
    Alguna vez me he pasado por tu blog porque, claro, esto al final es un patio de vecinos, aunque entre una casa y otra haya un mar entero. Te he visto en sus blogs, en los de ellas, y la curiosidad me ha podido. Y hace poco he vuelto, por la iniciativa de El Taller.
    He subido al show el primer ejercicio, porque no estoy muy segura de que vaya a seguirlo como se merece. Pero me iré guardando los ejercicios y los iré haciendo cuando pueda. De todos modos, os iré a visitar y leeré vuestros cuentos. Yo, de momento, me quedo tras la barrera. Per muchas gracias. Yo espero, si vuelves, que te gusten mis resultados.
    Otro beso hasta allí, nadando.

  14. Dejar el remo en la arena es confiar. Y no se puede confiar siempre ni en todo.

    Qué bueno que puedas hacerlo.

    :)

    Te abrazo y te quiero.

  15. A mí no me gusta confiar. Por lo menos en este contexto que se puede ampliar a muchos más. No me gusta aparcar el remo ni dejarme llevar. No me gusta el resultado que da.
    Un abrazo, Gilda.
    Yo también te quiero mucho, amiga.

  16. Es verdad… y curiosamente, la única salida que vemos, es la única que no existe, que nosotros hemos inventado. Por lo menos puede uno elegir.
    Un beso.

  17. De verdad que tu mente esta conectada a la mia, o la mia a lo tuya, es leer un poema tuyo y millones de imagenes aparecen en mi cabeza.
    Y por cada estrofa noto como se mueve la barca lentamente, con el ritmo leve de las olas de un mar en calma.
    Y puedo oler la sal, Fusa.
    Y veo el remo.
    Y las dudas.
    Y el no saber que decision tomar. Pero saber a su vez que estan ahi, para tomarlas, para cuando decidas remar otra vez o dejar de hacerlo.

    Mil besos Fusa brillante.

    Is

  18. Esas cosas se notan. Quiero decir: no basta con que tú me digas que estamos conectados, con que me digas que me lees y te lees, que son cosas que tú sentirías. Hay algo más. No basta. Hay algo más, de verdad, que me lo confirma. Tu forma de comentarme, de fijarte en los detalles. Yo ya sé que hay un hilo invisible, por extraño que parezca, entre nosotras. Porque, después de escribir, cuando lo das a leer, sabes si esa persona teje con el mismo hilo que tú. Y contigo es así.
    Mil besos, Is.

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