Mujer sin hijo es un libro político. Lo era ya, en el sentido más amplio de la palabra, como defensa del derecho de las mujeres a autodeterminarse, a escoger su propio destino en relación con la maternidad en concreto, y con la vida en general. Pero lo es todavía más después de las noticias de la última semana, que hacen que esta novela casi parezca ser un ejercicio de precognición más que de ciencia-ficción.