
Encara escric amb una certa por,
o, potser, més exactament caldria
parlar d’un cert pudor elemental
que, per sort meva, mai no m’abandona.
Escric amb por i no em dol confessar-ho,
que aquesta por no té res de sinistra
i em fa una molt amable companyia.
Estimo molt, també, allò que escric.
Ho estimo tendrament, profundament,
no amb un amor egoista i pedant
sinó amb un amor clar, que posa accents
de llibertat damunt cada paraula.
D’aquella por i també d’aquest amor
en són plens els meus versos. Moltes coses
més no hi haurà, tal volta, sobretot
en els que escric avui, desposseït
de tants de béns per no sé pas quins déus
no massa benevolents, però la por
i encara més l’amor resten intactes
i fins i tot augmenten, generosos.
Ho sé i ho dic perquè constitueixen
l’arrel noble i profunda dels poemes
i n’afermen, propicis, l’estatura.
La resta, fet i fet, és pura anècdota.
MIQUEL MARTÍ I POL
También yo, con ternura y miedo, quiero a lo que escribo. Quiero al calambrazo previo, al misterio del durante, a la salvación posterior. Como Miquel Martí i Pol, tampoco a mí me abandona ese pudor elemental a la hora de escribir, también me hace una muy amable compañía. Para querer como quiero a lo que escribo, antes tuve que atreverme a querer y desquerer. De ese amor va naciendo todo cuanto imagino: los sueños, el porvenir, la memoria, la rendición, la victoria. Los sueños otra vez. Pero sobre todo, para que yo pudiera querer a lo que escribo como ahora soy capaz (ahora soy capaz), antes tuve que aprender a desquererme, a rozar con cierta obscenidad el odio e instalarme en una especie de limbo que me tiene en vilo conmigo misma. No puedo olvidarme, pues, de que para que yo pudiera quererme y desquererme tuvieron que amarme y detestarme también. De toda contradicción ha ido naciendo esta necesidad y esta ambición. Aunque más que ambición yo querría llamarlo ¿y por qué no? Belfondo se metió en mi cuerpo una noche. Después quiso salir de mí una mañana. Una tarde le obligué a quedarse. Después ya no sé nada. Sólo sé que ahora Belfondo es el ¿y por qué no? más maravilloso que me ha ocurrido jamás. Hablo ya sin preámbulos, alejada todo cuanto puedo de la poesía, limitándome a desentrañar todo su alrededor. Belfondo fue una pasarela que Carmen Martín Gaite me propuso: a un lado estaba yo, al otro lado estaba yo. Y ahí en medio, sin saber adónde dirigirme, empezó a crecer como un árbol dentro de mí. Para que yo pudiera querer a Carmen Martín Gaite no hizo falta nada, bastó sumergirme en su obra, pero para que yo acabara aceptando a Belfondo tuvieron antes que aceptarme a mí. Por eso, y porque además uno de los cuentos que componen esta historia (Horacio, ese poeta maldito que escribe los epitafios) se creó en las preciosas manos de Héctor, esa persona que tuvo que aceptarme para que yo aceptara todo Belfondo, me veo en la obligación de reconocer la importancia de este milagro desde su más lejano inicio. Y no quiero que este reconocimiento público a Héctor se interprete como un acto más de agradecimiento, se trata de justicia. Para que yo quiera a Belfondo ahora antes tuvieron que quererme a mí. Y ese papel lo bordó (incluso desbordó), él. Que Héctor siempre haya sido aquí H. y Horacio (que se llame Horacio y no Matías, como en el cuento original) empiece por la misma letra no es, ni mucho menos, una casualidad, puesto que todo, en definitiva, parte del mismo lugar… y ese lugar es esa letra muda que podría no estar pero se extraña cuando falta. Hasta qué punto es determinante Héctor (perdonen la osadía de hablar de forma tan personal, cuando en realidad lo que querría es hablar de Belfondo como lo que empieza a ser: un libro) sólo él puede saberlo, y aunque quizá eso baste, quizá no lo haga. Para que Belfondo fuera un pez que aúlla en un cubo roto tuvo antes que ofrecer él su mirada crítica, su afán por perfilar lo imperfilable, su compañía, su palabra. También su silencio. Antes tuvieron que tejerse y destejerse historias donde las personas protagonistas ahora forman parte de mi presente más inmediato y han sabido cómo conjurar la porción de suerte que me tocaba (en alguna parte estaba) para que ahora Belfondo sea un ¿y por qué no? palpable y gratificante como no hay otra cosa igual en la vida y en la no vida de Jenn Díaz. De ahí ya podría empezar a hablar de Juanjo, Joan Eloi, Claudia y Gema. De ahí podría empezar a sumergirme en un mundo que se abre ante mí con una amabilidad extraordinaria: pero todo, antes, ha pasado por Héctor. A partir de este punto, entonces, volveré a recurrir a Miquel Martí i Pol.
Confio molt que sempre hi haurà algun
desconegut que en llegir els meus poemes
se sentirà commòs, talment com jo
m’hi sento quan els escric. Hi confio
profundament, i puc imaginar
els clars estímuls de la descoberta,
la molt fecunda i estimable enveja
que establirà lligams irreversibles,
per tal com jo mateix n’he estat i en sóc
protagonista atent moltes vegades.
L’estimo ja des d’ara aquest lector
desconegut i amic. Sovint hi penso
i no tan sols en el moment d’escriure.
Entre ell i jo hi ha aquell profund amor
que per distant i net i essencial
no provoca ni dol ni patiment.
Ell ―ho sé bé― no faltarà a la cita
just al moment establert. Jo, des d’ara,
li’n dono ja sincerament les gràcies.
Para que yo pudiera decirme a mí misma ¿y por qué no?, antes tuvieron que preguntármelo directamente. Y el papel que juega Héctor en la historia anterior, que no deja de ser la misma que ésta, ahora se disfraza de lector anónimo. También yo confío en que siempre habrá algún desconocido que, leyéndome, se sentirá igual de conmovido que yo al escribir. Esta confianza no es ni mucho menos sin fundamento: aquí, en este blog, he encontrado, buscándolo casi a la desesperada, esa conexión con un desconocido que, si no se sentía igual que yo, me hacía reconocerme a mí misma en su mirada. Voces más o menos cercanas, lecturas más o menos acertadas, palabras más o menos críticas y sobre todo esas ataduras irreversibles de las que habla Miquel Martí i Pol son las hacen que no me sienta hoy extraña cuando, desde ya, igual que el poeta, le doy las gracias sinceramente a esa persona, desconocida y amiga, que se detuvo un rato y trató de leer las entrelíneas de lo que yo he escrito (también a los que están por llegar, que ojalá sean muchos y tan buenos como los que hasta hoy me han venido acompañando). Ahora existe el vuelo en todo este proceso que acaba de comenzar; quiero decir que cuando las palabras quedan tiernamente presas en un libro y entran en juego librerías, promociones, reseñas y recomendaciones, todo queda menos atado y más mágicamente desordenado, pero durante mucho tiempo la fidelidad de esos amigos desconocidos aquí, en estos fragmentos, ha sido tal que no podría hoy -sin sentirme extraña en esa infundada y casi falsa estima- querer como quiero a ese lector anónimo. Sin toda esa cantidad de, lo dice Miquel Martí i Pol y ahora lo diré yo, amor profundo que se me ha ofrecido desde diferentes puntos del mundo, yo hoy me sentiría extraña en el papel de amar aquello que no se conoce, con un amor tan flaco y resistente. Que yo al milagro hoy quiera llamarlo ¿y por qué no? tiene una explicación: llegué a Bel, llegó ella a mí, nos quedamos en nosotras mismas, una en la otra, la otra en una, y un día dijo, sin vergüenza, con ese pudor necesario y que hace compañía, pero con confianza: ¿y por qué no? Y de pronto la pregunta no me parecía tan espantosa, los sueños no me parecían tan inalcanzables, la vida no me parecía tan inaccesible. La magia se ha instalado en mí y me ha sacudido para decirme que tengo una oportunidad, que, sin saber que la estaba esperando, era todo a cuanto aspiraba. Espero saber cómo aprovecharla. De momento no quiero hacer otra cosa que repetirme una y otra vez y, tomándolo prestado del poema y traduciéndolo del catalán, darte desde ya sinceramente las gracias a ti, que has llegado, llegas o llegarás a Belfondo.
se sentirà commòs, talment com jo
m’hi sento quan els escric. Hi confio
profundament, i puc imaginar
els clars estímuls de la descoberta,
la molt fecunda i estimable enveja
que establirà lligams irreversibles,
per tal com jo mateix n’he estat i en sóc
protagonista atent moltes vegades.
L’estimo ja des d’ara aquest lector
desconegut i amic. Sovint hi penso
i no tan sols en el moment d’escriure.
Entre ell i jo hi ha aquell profund amor
que per distant i net i essencial
no provoca ni dol ni patiment.
Ell ―ho sé bé― no faltarà a la cita
just al moment establert. Jo, des d’ara,
li’n dono ja sincerament les gràcies.
MIQUEL MARTÍ I POL
Para que yo pudiera decirme a mí misma ¿y por qué no?, antes tuvieron que preguntármelo directamente. Y el papel que juega Héctor en la historia anterior, que no deja de ser la misma que ésta, ahora se disfraza de lector anónimo. También yo confío en que siempre habrá algún desconocido que, leyéndome, se sentirá igual de conmovido que yo al escribir. Esta confianza no es ni mucho menos sin fundamento: aquí, en este blog, he encontrado, buscándolo casi a la desesperada, esa conexión con un desconocido que, si no se sentía igual que yo, me hacía reconocerme a mí misma en su mirada. Voces más o menos cercanas, lecturas más o menos acertadas, palabras más o menos críticas y sobre todo esas ataduras irreversibles de las que habla Miquel Martí i Pol son las hacen que no me sienta hoy extraña cuando, desde ya, igual que el poeta, le doy las gracias sinceramente a esa persona, desconocida y amiga, que se detuvo un rato y trató de leer las entrelíneas de lo que yo he escrito (también a los que están por llegar, que ojalá sean muchos y tan buenos como los que hasta hoy me han venido acompañando). Ahora existe el vuelo en todo este proceso que acaba de comenzar; quiero decir que cuando las palabras quedan tiernamente presas en un libro y entran en juego librerías, promociones, reseñas y recomendaciones, todo queda menos atado y más mágicamente desordenado, pero durante mucho tiempo la fidelidad de esos amigos desconocidos aquí, en estos fragmentos, ha sido tal que no podría hoy -sin sentirme extraña en esa infundada y casi falsa estima- querer como quiero a ese lector anónimo. Sin toda esa cantidad de, lo dice Miquel Martí i Pol y ahora lo diré yo, amor profundo que se me ha ofrecido desde diferentes puntos del mundo, yo hoy me sentiría extraña en el papel de amar aquello que no se conoce, con un amor tan flaco y resistente. Que yo al milagro hoy quiera llamarlo ¿y por qué no? tiene una explicación: llegué a Bel, llegó ella a mí, nos quedamos en nosotras mismas, una en la otra, la otra en una, y un día dijo, sin vergüenza, con ese pudor necesario y que hace compañía, pero con confianza: ¿y por qué no? Y de pronto la pregunta no me parecía tan espantosa, los sueños no me parecían tan inalcanzables, la vida no me parecía tan inaccesible. La magia se ha instalado en mí y me ha sacudido para decirme que tengo una oportunidad, que, sin saber que la estaba esperando, era todo a cuanto aspiraba. Espero saber cómo aprovecharla. De momento no quiero hacer otra cosa que repetirme una y otra vez y, tomándolo prestado del poema y traduciéndolo del catalán, darte desde ya sinceramente las gracias a ti, que has llegado, llegas o llegarás a Belfondo.
Estoy sin palabras. Las gracias te las doy yo a ti, Fusa. Que Belfondo esté en el mundo es mucho más que un regalo. Pero tal vez pueda contártelo otro día.
Entre tanto, un abrazo mudo.
Bel, fuiste la primera en muchas cosas… tú lo sabes. Ahora que veo que se cumple parte de lo que ni siquiera me atrevía a soñar no puedo hacer otra cosa que acordarme de ti y darte las gracias. Es justo. El corazón me lo pide. Gràcies per … tot, de veritat. Has sigut molt important en aquest camí d'aprenentatge, m'has ensenyat molt… i lo millor és que no ho pretenies. I potser per això.
muchísimas felicidades!!! :))) lindísima expresión de sentimientos (y portada;) llena de luz y verano :)) biquiñossss
Bego, ¡desde luego! La portada es una preciosidad. Me gusta, sobre todo, la niña. Y el vestido en otro color. Me encanta.
Muchas gracias por la felicitación, por la siempre lectura, por todas las palabras que has ido dejando aquí.
Un abrazo grande.
Muchísimas felicidades Fusa. Te deseo lo mejor de corazón.
Un beso
Ninguno de los lectores que llegarán (que serán muchos) a Belfondo se sentirán extraños. No lo he hecho yo nunca, y mira si vengo de lejos a este rincón cercano que tanto me gusta, y en el que siempre me he sentido como en casa. Uno no puede sentirse extraño cuando encuentra en estas letras las palabras que tanto tiempo ha estado buscando.
Sabes que la primera vez que vine aquí, tú ya eras una escritora. Y sabes también que te deseo lo mejor para el futuro, porque en el futuro de tus letras va también una parte del futuro de todos los que venimos aquí a verte.
Mucha suerte, Efe. Eso te lo deseo yo, porque el talento ya lo tienes…
Carmela: gracias, querida. Si me deseas lo mejor, me temo que, antes de que arranque todo esto, ya se ha cumplido. Un abrazo.
Ignacio: te digo lo mismo que esta tarde… cuento con vos para esta andadura. Y me gustaría que no te alejaras demasiado (bien, la distancia es un requisito y lo aceptamos, hablo de la distancia emocional) de todo este camino que no pienso hacer sola (¡a menos que me vea obligada!). Es precioso lo que dices… que mi futuro esté ya irremediablemente ligado al futuro de los que aquí venís es algo raro y maravilloso que me fascina y extraña… como las mejores cosas. Una canción de Jorge Drexler para acabar, volviendo de nuevo a los naufragios: brindo por las veces que perdimos las mismas batallas.
Un abrazo, I. Y gracias, de corazón.
Chapó, Fusa mía!
Simplemente que te quiero!!!!!!!! y que espero que tu libro ( y todos los que vengan) sean un exito.
Espero verte ( me lo has dicho tú) los jueves por la tarde…. haremos como antaño, mientras unos entrenan yo me siento contigo a hablar,hablar,hablar…….