
cómo era no sentir nada con las últimas veces
si no supieras que pronto te convertirías
en prescindible, en olvidado del todo,
tan rápido, tan sin dolor, dirías
Te irías, yo lo sé, si no te persiguiera
después por todas las trampas que tiendes
como si fueran unos bambitos de verano
en una cuerda mordida por roedores nocturnos
Y te conviertes en sombra que ya se fue
pero te quedas llenando el espacio
tu espacio
para que nadie pueda ocuparlo para que
sepas que alguien te espera, que yo lo hago
te estás quedando y ni siquiera es cobardía
te parece que te quedas pero te estás yendo
tan despacio que todavía puedo verte aquí
tumbado a mi lado reposando todas las veces
que planeaste el vuelo y caíste bajo
hasta pisarte tu propia huella de escombros viejos
inutilizables
Muestra ese lado tuyo que tiene miedo y revuelve
las fotos que hay al otro lado del cajón
por donde se cayeron tus últimos años, los
indeseables, los que intentamos olvidar pero
se aferran a nosotros como si fuéramos alimento,
como si calentáramos en la frialdad
morirán los que recuperan la ternura de las noches
en que unos labios maternos venían a la cama
y parecía que iban a besar para acabar
finalmente mordiendo
morirán sólo los que rescaten del dolor
una luz que parpadea
morirán solamente los que crean que todavía
no llegó su hora, su hora, su hora
Casi siempre son los demás, es el otro quien permite que continúemos. Porque el cansancio del camino puede ser tan hondo que sólo una mano amiga puede dotar al alma de las vitaminas necesarias.
Amando Carabias María: supongo yo que sí, aunque tampoco tengo claro qué era exactamente lo que quería decir con este poema… leyendo otros, sumergiéndome en Louise Glück, me salió esto. De todas formas, siempre es más sencillo todo si lo proyectas fuera, en otro.
Gracias, un saludo.
Ay Fusa…cuanto dijiste! tal vez más de lo que tú imaginas.
Un beso
Me gusta mucho.
Besicos.
Marcelo: probablemente sí, M., seguramente todo lo que pudiera o quisiera decir en esa cuerda roída se ha hecho grande al publicarlo en el blog y traspasar algunas fronteras (algunos charcos).
Un beso.
Sara Royo: muchas gracias, me alegra que te guste. A mí me gustó escribirlo.
Un abrazo.
Como ha señalado Marcelo, dices mucho, muchísimo, Fusa, poeta.
Me alegro de que hayamos coincidido en ese abrir puertas de nuevo.
Un beso grande.
Bel M.: coincidiendo también con el cambio de cara, que no se me ha pasado por alto el tuyo. Supongo que finalmente dije más de lo que me proponía, suponiendo que pretendiera decir alguna cosa, que ni yo lo sé.
Un abrazo y que corra el aire.
En ocasiones es muy difícil marcharse, nos vamos pero permanecemos mucho tiempo todavía. O quizás es que no nos dejan marchar.
Precioso, Fusa. Un beso de buenas noches y un hasta mañana, que hace un sinfín de tiempo que no te saludaba en este interior.
Wara: hacemos ya el fantasma antes de morir, es inevitable echar raíces y que después arrancarlas y levantar la tierra sea difícil.
Me alegro de poder recibir tu saludo por aquí, querida.
Después te contesto el correo.
Un beso.